domingo, 6 de diciembre de 2009

PALOMAS Y HALCONES EN EL NUEVO CONGRESO

Los radicales privilegiarán la gobernabilidad. El PJ disidente, la Coalición Cívica y el PRO ante el dilema de ser socios menores o presionar.
La sesión de Diputados del jueves pasado sinceró que el kirchnerismo ya no suma fácilmente mayorías legislativas a fuerza de obediencia debida y chequera.
Pero también la oposición se enfrenta a una nueva realidad, que no da para la euforia. Elisa Carrió, Felipe Solá y Federico Pinedo, jefes de las bancadas de la Coalición Cívica, el PJ disidente y el PRO, se anoticiaron el jueves de que Oscar Aguad está dispuesto a negociar directamente con Agustín Rossi, dejando en un segundo plano al resto de las bancadas opositoras.
No es casual que radicales y kirchneristas hayan acordado directamente sobre las vicepresidencias primera y segunda.
El renaciente bipartidismo lleva a que la primera y la segunda minoría tiendan a entenderse sin la participación de terceros.

Al ser el radicalismo segunda minoría también en el Senado, puede negociar cómodamente todo el proceso de sanción de leyes.
Además, la UCR empieza a verse claramente como la garante de la gobernabilidad.
Esto es, que le interesa sostener al gobierno que piensa heredar a la brevedad.
La idea de revisar drásticamente las leyes que sostienen el andamiaje del gobierno como los superpoderes, la reforma del Consejo de la Magistratura y hasta la ley de medios, son vistas ahora con preocupación.
Hasta la propuesta de una ley que regule el INDEC eliminado la falsedad de sus mediciones podría tener -en la opinión de algunos legisladores radicales- consecuencias serias para la economía, cuando el Estado está pagando intereses de sus títulos de la deuda en base a estas mediciones.
Esto sin hablar de la catarata de juicios que sobrevendrían si el Estado reconoce legalmente su fraude.

La prudencia radical también se refleja en la nueva solución de compromiso entre orgánicos y cobistas, a la que se llegó en la integración de la mesa del nuevo Comité Nacional.
En su nuevo rol de palomas, los radicales intentarían entonces, a partir de ahora, avanzar con pies de plomo, sin dejarse arrastrar por sus socios menores.

Un mosaico complejo

Elisa Carrió debe sentirse en su salsa asumiendo desde su banca el papel de fiscal de la República al mejor estilo de Lisandro de La Torre.
Pero, por otra parte, es obvio que los radicales cada vez la necesitan menos y que no piensan dejarse conducir por sus arrebatos mediáticos.
Para colmo de males, los nuevos socios de Carrió para asumir el rol de halcones y presionar a la UCR son los que ella menos quisiera tener.
Sobre todo al duhaldismo, que fue el blanco de sus mejores ataques. Obligada por las circunstancias, la líder de la Coalición Cívica se aleja del radicalismo.

En el PJ disidente la situación es confusa.
De los 41 diputados, muchos vienen de revistar en el Frente para la Victoria y siguen conversando con Rossi, Carlos Kunkel y otros operadores.
Felipe Solá no está cómodo en su rol de jefe de bloque por varios motivos.
Sabe, por un lado, que su crecimiento político como presidenciable o vicepresindenciable depende ahora de los éxitos que consiga restándole poder al kirchnerismo.
Pero también es obvio que el exceso de expectativas lo acerca al riesgo de fracasar.
Y además está la interna con Francisco de Narváez.
Solá hizo el viernes un llamado a la calma y el trabajo orgánico y De Narváez, desde el bloque de Unión-PRO, le contestó horas después hablando de un posible juicio político a CFK.
Ambos tejen su futuro sobre la base del peronismo bonaerense y los medios y no están dispuestos a ceder protagonismo.
Hay también otro factor que complica las cosas.
Entre los diputados el PJ disidente predominan los bonaerenses y también la influencia de Eduardo Duhalde.
Pero en el Senado se hace sentir el peronismo del interior, a través del consenso entre Carlos Reutemann, Juan Carlos Romero y Adolfo Rodríguez Saá.

Por último, el PRO quedo ubicado en principio en el bando de los halcones.
Esto si es que Mauricio Macri le hace caso a su asesor Jaime Durán Barba y sale a recorrer los centros de veraneo anunciando su candidatura presidencial.
En ese caso, sus diputados deberían impulsar la revisión de las leyes K hasta donde sea posible.

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