¡Más bien que es un cifra para la gilada, señora!; eso ni tiene que decírmelo, y no justamente porque yo sea un piola; en éste país, hasta el más empedernido de los “contribuyentes que no labura en relación de dependencia”, no puede evitar la “pequeña” maniobra que le permita “zafar” de la pertinaz tremenda voracidad de la AFIP.
Acá, el que “canta la justa”, además del “hazme reír”, se convierte en el boludo del escuadrón, circunstancia que además le sumirá en el descrédito con el que deberá cargar de por vida, y justamente por “pelotudo”.
¡Lo que ocurre, señora, es que la legión de cándidos todavía es importante, y entonces no faltará aquel que se horrorice por la endeble cifra acumulada por Ud. y su atribulado esposo, en el largo transcurrir de un año!.
Lo que me parece un desatino, es que a la “cosa”, le confieran la entidad de “Declaración Jurada”.
¿Acaso Ud. no podría impulsar un proyecto de Ley que exima del juramento?.
¿O cuando uno jura en falso, solo necesita “hacer los cuernitos con una mano colocada por detrás”, para evitar el castigo del Señor?.
¿Se acuerda que lo hacíamos cuando éramos apenas dos criaturas?.
Porque en definitiva, se trata de no ir al infierno, como le dicen, y esto más allá de lo cómodo o incómodo que cada uno se pueda sentir en ese lugar.
¡Ocurre que uno escucha decir tantas cosas de su esposo, que a la larga termina convenciéndose que se hizo gran amigo de Lucifer, ¿me entiende, señora?.
Por otra parte, convengamos que somos proclives a denostar todo aquello que tenga que ver con “el éxito ajeno”; nos cuesta y mucho reconocer en el otro, la inteligencia, capacidad y aptitud de la que carecemos.
¡Una suerte de envidia intelectual, le diría!.
Por eso señora, mi admiración por Ud. no tiene “techo”, como si me hubiera mimetizado con los cada día más numerosos “cirujas” que aparecen tirados a lo largo de las que alguna vez fueran “paquetas calles y avenidas”.
¿Ud. alcanza a verlos desde arriba?. Le cuento que tengo el sueño del helicóptero propio, aún sabiendo que el trámite para conseguir el registro de conducir se haga demasiado engorroso, y mucho más el obtener permiso “para sobrevolar el ejido de la Ciudad”.
¡Es como que se me ocurre que todo se debe ver diferente o que no se debe ver un carajo, lo que no es del todo malo, habida cuenta de lo que uno tiene “para ver” a ras del piso!, ¿me explico, señora?.
¡Claro!; también hay economistas tercos como ellos solos. Uno en particular de apellido raro como Cachanosky o Cachabacha, se va a poner a hacer la cuenta para darles “rosca” a los inconformes y mal inspirados de siempre.
¡Si quiero le adelanto su crónica, la de él!.
“Si una persona gana lo suficiente como para tener una capacidad de ahorro mensual de diez mil pesos, va a necesitar de “ocho años y cuatro meses” para poder acumular la cifra que Ud. y su esposo acumularon en tan solo un año”.
Por otra parte, seguirá diciendo:
“¿cuántas personas ganan en éste país, una suma que les permita semejante ahorro?...muy pocas.
Si a eso uno le agrega el componente de la diferencia acumulativa a una taza regular de mercado, advertirá que…”.
O sea que, salvo algún intelectual, matemático o economista, el resto de los que leamos esa crónica, nos quedaremos absolutamente en “pelotas”, pero convencidos que Ud. y su marido, “se la están llevando toda”.
¡No hay que darle bola a nada ni a nadie, señora!. Ud. siempre adelante, y con la frente bien alta, ¡qué joder!.
Ricardo Jorge Pareja,
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