Nadie pagó los pasajes.
Nadie consiguió una escuela pública sudafricana para que se alojen.
Nadie les dio dinero.
Nadie los hizo subir al avión donde viajaba la selección nacional de futbol.
Nadie les compró las entradas.
Nadie dice tener relación con ellos.
Nadie, nadie… nadie se hace cargo de nada ni de nadie.
Nos hemos acostumbrado tanto a brutales irregularidades, operaciones, mentiras y encubrimientos, que actuamos como si el mundo fuera igual que nosotros.
Y la República de Sudáfrica, que no es el primer mundo, nos da una lección que avergüenza.
Deporta a los que tienen causas pendientes pero que pudieron salir del país. Identifica y acciona contra los que llegaron y no tienen una entrada… que “nadie” les dará (¿Quién será… “NADIE”?).
Les prohíbe acercarse a diez cuadras de los estadios.
Los controla.
¿Y cual es la respuesta de los barras?... “acá se va a pudrir todo”.
Acostumbrados a la impunidad en la que vivimos, actúan como si el mundo no se diera cuenta de nada.
Como si no existiera Internet, you tube o Embajada Sudafricana en Buenos Aires.
En tiempo real las autoridades sudafricanas se enteran de cada informe especial y cada expresión que estos lúmpenes financiados por el miedo, el apriete y lo peor de la práctica política, manifiestan.
Mientras la Argentina oficial (política y / o futbolera) les da pasajes, permisos de salida aún procesados, dinero y entradas, Sudáfrica los expulsa y controla con una facilidad que acá todos niegan se pueda practicar.
Claramente estamos enfermos de impotencia, de servilismo y de oportunismo.
Hemos transformado en normal lo absurdo y hasta tienen el tupe de volver a Argentina y manifestar que van a pedir un “Recurso de Amparo” para volver a viajar a Sudáfrica.
Seguramente “NADIE” les conseguirá nuevos pasajes y también, si es que lo logran, volverán a ser deportados.
Un grupo de ventajeros, violentos y procesados se conformaron en una ONG.
Ni que fueran la Red Solidaria o Missing Children) Marcelo Mallo, les dice telefónicamente (suplemento Cancha Llena – La Nación)… “Muchachos, tranquilos que vamos a hacer hasta lo imposible para que vuelvan a entrar los pibes.
Lo que pasó es un acto discriminatorio".
Han aprehendido tan rápidamente el léxico de cierta política que ahora, estos “buenos muchachos” están siendo “discriminados” por un país que hizo de la lucha contra la discriminación, casi su razón de existir.
Claramente, de vuelta, estamos enfermos, social y políticamente enfermos.
Tan enfermos que no podemos discriminar la pasión de la violencia.
Tan enfermos que apoyamos (caso Magdalena) a tres adultos violadores de una menor de 14 años porque supuestamente era “rápida”.
Tan enfermos que financiamos a estos lúmpenes vergonzosos y, quienes lo hacen, tienen vergüenza ajena de hacerse cargo porque saben que está mal, pero sienten que es peor no darles lo que exigen.
Tan enfermos que una Policía Sudafricana sin experiencia de barras bravas hace su trabajo mejor que nuestra Policía, por complicidad, temor u ordenes políticas nunca dadas pero siempre acatadas.
Tan enfermos que si esto sucediese aquí, esos mismos barras bravas estarían rompiendo calles y tirando adoquines o tiros contra la policía. Mientras que, en Sudáfrica se subieron mansamente al avión de retorno porque sabían que allá no podrían hacer lo mismo y luego victimizarse diciendo que fueron discriminados y reprimidos.
Y no hicieron nada porque son barras bravas pero no estúpidos.
Deberíamos reflexionar mucho sobre nuestra enfermedad.Orden y Libertad no son contradicciones subsanables con la distracción.
Estamos mal, pero no importa… “NADIE”… tiene la culpa.
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