Se lo pregunto porque se rumorea que si por “esas putas” Ud. tuviera que dejar el Gobierno, no estará dispuesta a renunciar a “la pantalla chica”, que por ser chica, la muestra en su más pequeña dimensión, ¿me entiende, señora?.
Y como a la Legrand popularmente se le conoce como “la chiqui”, también se rumorea que su máxima aspiración, sería ocupar su lugar -el lugar de ella- en los cotidianos, saludables y exitosos almuerzos.
Y siendo Ud. la Presidente de la Nación, se supone tenga todo el derecho del mundo a aspirar a ocupar “la cabecera”, del que se ha convertido en el más antiguo y emblemático programa de la Tele Argentina.
Lo que no me parece correcto, es el hecho que Ud. recurra a toda una serie de “artes” que no son justamente “marciales”, para conseguir semejante propósito.
Le reitero, señora; ¡son rumores!...
¿se acuerda de Antonio Prieto...ese que cantaba “son rumores, son rumores”… el de, “blanca y radiante va la novia”?.
Lo que pasa es que a cada rumor que circula, Ud. se encarga de “darle de comer”, sin conseguir otra cosa que no sea “robustecerle” y convertirle en “episodio cierto o fidedigno”,
¿me entiende, señora?.
Y ahora resulta que “su” Gobierno, obstinado en encontrar “al enemigo de turno”, curiosamente apunta todos sus cañones hacia la no menos emblemática figura de la señora Legrand, endilgándole haber pedido “un favor” a un militar, durante la época del…¡Proceso!.
¡Y hablando de procesos, señora!;
¿cómo andan los casos Skanska, Antonini Wilson, Campañas proselitistas oficiales bancadas por el narcotráfico, medicamentos truchos, fondos de Santa Cruz, Jaime y otros?.
¡Me dice que duermen en el baúl de los recuerdos; que el único que sigue en “la palestra” es el de Jaime, porque al tipo se le fue la mano y dejó más evidencias que los hijos de puta que en su momento mataron a Lino Palacio, autor entre otros, de los recordados
“Avivato”, “Don Fulgencio”, “Ramona”;
¡la felicito por la memoria, señora!; Ud. tiene esa característica que le hace diferente, señora; la memoria.
¡Los únicos que “le matan el punto”, son esos que todavía siguen “apareciendo”, y reconocen a ese milico que hace cuarenta años les fue a buscar a la casa!. ¡
Los parió, y qué memoria tienen!; resulta que hace cuarenta años, el milico era buen mozo, delgado, de cabellos lacios negros, ojos verdes y vestía siempre de uniforme, con la gorra casi “encajada hasta las orejas”; ahora pesa cincuenta kilos más, se quedó pelado, usa anteojos, anda siempre en pijama, e igual lo reconocen.
A mí en cambio, cada dos por tres se me cruzan ex compañeros del colegio secundario que solo consiguen hacerme sentir como el culo.
El último, tuvo que luchar denodadamente para hacerme entender que además, y durante tres años, habíamos sido compañeros “de banco”.
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