Muy pocas veces, probablemente casi nunca, un acto institucional tan solemne como la iniciación de las actividades del Poder Legislativo, en la cual el presidente anuncia sus proyectos e iniciativas al Parlamento, y por ende a la ciudadanía, se ha convertido en un espectáculo tan lamentable y bochornoso.
Poquísimos aspectos o conceptos rescatables.
El discurso se caracterizó como casi todos los discursos de Cristina en fuertes recriminaciones a todos aquellos que no estaban en sintonía con las políticas del gobierno, fundamentalmente los medios, la justicia y la oposición y en desparramar culpas y responsabilidades y paralelamente ensalzar su propia gestión y la de su consorte.
Todo el discurso fue mirando el pasado y nada sobre el futuro.
Uno de los conceptos más salientes y opinables es que para ella hay dos argentinas: uno real y otra virtual.
La real es la que ella vive y “conduce tan acertadamente” en donde el país crece y en el cual se está afirmando la equidad y la justicia social.
Llenó su exposición con datos difícilmente comprobables y seguramente parciales e inexactos.
Pura retórica envolvente.
La otra, visión es la que relatan los medios y la que busca instalar la oposición en la ciudadanía: el aumento de la pobreza y la indigencia, el desempleo, el abismo existente entre los ricos y los pobres, la decadencia en la educación y en los servicios de salud, el aislamiento internacional, etc.
Sabemos, o en el peor de los casos la gente lo intuye acabadamente, que Cristina vive en una esfera de cristal.
Solo que la Argentina virtual es la que está en la mente de la presidente con sus fantasías y desvaríos.
Una Argentina que existe únicamente en su pensamiento y el de su marido y de sus interesados seguidores y lacayos.
Lo por ella expresado, confirma que Cristina vive en una nube, absolutamente aislada y alejada de la realidad cotidiana de millones de argentinos que sufren diariamente las consecuencias del desgobierno y la pésima administración del país.
La gran duda es si lo hace inconscientemente o llevada por motivos perversos.
Cada vez se afirma más que es por lo mencionado en el último término.
Lo positivo, es que anuló el famoso y polémico DNU referente a los Fondos del Bicentenario.
Esta decisión es el reconocimiento explícito que el gobierno se había equivocado torpemente.
Pero lo horroroso es que lo reemplazó por otros dos decretos, uno de ellos un DNU, similares al anulado, que permiten echar mano a los tan ansiados fondos que quiere el gobierno.
No se animó a decir en la Asamblea que uno era un DNU.
Simplemente dijo que eran dos decretos. Una muestra más de la aviesa y taimada forma de engañar.
Esta decisión es un verdadero escándalo porque pone en evidencia el verdadero desprecio y desconsideración por los representantes del pueblo y de las provincias y de la ciudadanía en general.
Justamente en el mismo día en que el Parlamento empezó a funcionar, la presidente emite el DNU para evitar que sea debatido y analizado por los parlamentarios.
Una verdadera estafa, fundamentalmente a los mismísimos diputados de los bloques oficialistas.
Pero todo con el clásico fondo de mala fe que caracteriza a los Kirchner.
En el mismo momento que hacía el anuncio en el Parlamento, los “secuaces”, porque así hay que llamarlos, en una verdadera maniobra casi delictiva, “desvalijaron” el BCRA llevándose U$S 6.500 millones, contrariando los deseos de la ciudadanía.
Un desprecio absoluto y una verdadera burla al pueblo argentino.
La sorpresiva jugada del gobierno, característica de las trampas, tramoyas y tretas del oficialismo, fue como no podía ser de otra manera, rápidamente justificada por el fiel y servil empleado del gobierno que ocupa el cargo de Jefe de Gabinete.
La presidente en uno de sus frases manifestó “…de todos los presidentes argentinos fui la que menos decretos de necesidad y urgencia firmó”.
Esa afirmación es cierta.
Pero como todo lo que dice Cristina constituyen palabras al viento, no cumplió sus promesas del comienzo de su gestión, cuando afirmó que no iba a utilizar los DNU e iba a reforzar la institucionalidad del país.
Si bien utilizó pocos DNU, estos fueron de tanta irregularidad que generaron verdaderas crisis en el país. No se recuerda algo semejante en la historia reciente.
El resto del discurso fue para exaltar su lamentable gestión, plagado de autoelogios y críticas a la oposición.
Llamó la atención su inusual y sorpresivo elogio y halagos a las FF.AA.
También una hipocresía mayúscula, porque nunca nadie en la historia argentina humilló tanto a las Fuerzas Armadas y las redujo a un nivel de equipamiento, adiestramiento y motivación tal, que prácticamente son inoperables e inservibles en su importante misión.
En definitiva, como ya es habitual en los Kirchner, una jornada conflictiva y para el olvido.
Dr. Alfredo Raúl Weinstabl
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