La reaparición del conflicto en esta dimensión no era un escenario probable hace un par de meses.
El inicio de la prospección petrolífera en el mar en torno a las islas ha generado un conflicto en el cual la Argentina logra el respaldo de la Cumbre de países de América latina y el Caribe, y el Reino Unido tiene la solidaridad de la Unión Europea.
El decreto firmado por el Poder Ejecutivo de la Argentina, anunciando que va a impedir la navegación de los buques que desde puertos argentinos vayan a las islas, definido por la prensa británica como bloqueo, crea una situación compleja.
Si la Argentina lo cumple, utilizando para ello la Prefectura en primer lugar y la Armada en segundo término si fuera necesario, corre el riesgo de ser acusada de militarizar el conflicto, si no lo hace convalida las decisiones de hecho adoptadas por los británicos.
De encontrarse petróleo, la situación se haría más tensa y el interés por las aguas entre las islas y el continente va a aumentar no sólo entre ambas partes, sino también para las empresas que lo buscan.
Tanto el gobierno británico como el argentino están pasando por un momento de baja popularidad y este conflicto puede generarles ventajas internas en el corto plazo, pero ello tiene riesgos importantes para ambas partes más allá de la coyuntura.
Ya el mencionado decreto de Cristina tuvo como respuesta que legisladores británicos del grupo que lleva el tema hayan reiterado la solicitud del envió de más buques de la Royal Navy.
En este marco, la política del kirchnerismo respecto a Malvinas, ha mostrado en más de seis años y medio dos características.
La primera es diferenciarse por el opuesto con la de Carlos Menem, de tono conciliador hacia los kelpers.
La segunda es que la prioridad no ha sido constante.
A veces se le ha dado importancia y otras no, cuando surgían otros puntos de interés, prioridad o urgencia para la administración.
Hoy, una posición firme del gobierno argentino, más que distraer la atención, le puede permitir generar un hecho de unidad política, cuando ha perdido el control del Congreso, la Justicia se muestra más independiente y su nivel de aprobación esta por debajo del 30%.
Es claro que la política del gobierno argentino respecto a Malvinas no contempla el uso de la opción militar.
Pero el Reino Unido quiere dar señales claras de que, en caso de una crisis, está dispuesto al empleo de medios militares.
La guerra de 1982 es considerada por algunos expertos británicos como uno de los mayores fracasos de la inteligencia inglesa en el siglo XX.
La realidad es que los argentinos -tanto los militares que gobernaban como los civiles que en su gran mayoría apoyaron la guerra- pensaban que el Reino Unido no iba a reaccionar militarmente.
En cuanto al petróleo, no sólo es el factor desencadenante, sino una cuestión central.
Tanto la importancia de la proyección de la plataforma hacia la Antártida en el largo plazo, como la explotación de hidrocarburos en el corto y mediano, han dado mayor importancia estratégica a la presencia británica en Malvinas.
Antes, el factor económico era solo la pesca.
La relación con las Fuerzas Armadas.
En cuanto al factor militar, en el caso argentino, la relación del kirchnerismo con las Fuerzas Armadas es mala.
La elección en las bases antárticas -que normalmente se usa para medir el voto militar- en los que en 2007 Cristina fue la ganadora, obtuvo el menor porcentaje de un candidato presidencial ganador entre los militares en toda la historia.
Pero si el Gobierno diera la orden a las Fuerzas Armadas de intervenir- el primer empleo sería de la Prefectura y sus buques de patrulla- éstas la cumplirían.
La subordinación de los militares argentinos al poder civil es total, e incluso han perdido capacidad y voluntad para aconsejar.
En los casi siete años de gobierno del kirchnerismo, Argentina ha sido el país de América del Sur que más a reducido su gasto militar.
Las Fuerzas Armadas argentinas hoy tienen mucho menos capacidad de enfrentar a las británicas que en 1982.
Es claro que los Kirchner nunca han pensado en usar los militares en una crisis por Malvinas.
Pero en algún momento intentaron -sin éxito- utilizar la cuestión para buscar un punto de interés común con las Fuerzas Armadas, pero ello fracasó.
Es que el gobierno reivindicó la actuación de los conscriptos, pero cuestionó y criticó la de oficiales y suboficiales.
Los actuales mandos militares eran los oficiales jóvenes de 1982.
En la opinión pública argentina el tema Malvinas tiene un valor más emotivo, que político.
En tiempos normales, la gente se interesa poco por esta cuestión.
El problema es que la sociedad argentina suele pasar de la euforia a la depresión, como sucedió 27 años atrás, y por un plazo corto puede ser entusiasta con la causa de Malvinas, aunque difícilmente con usar nuevamente las Fuerzas Armadas en ella
Rosendo Fraga
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