Leí en un portal en Internet acerca de un proyecto de reforma constitucional que me pareció excelente.
Me permito transcribir un párrafo de la información:
“Todo el kirchnerismo pretende que Cristina sea candidata.
Además, es la continuidad de lo que se viene haciendo, es el nuevo modelo en donde Argentina tenga condiciones igualitarias.
Es ella la que puede seguir encarnando con más profundidad a lo que inició Néstor Kirchner, es la garantía del reparto de las riquezas en el país de modo igualitario”.
¡Genial eso de “igualitario”!
Ahora bien, es evidente que salta de inmediato la pregunta:
¿cómo repartimos la riqueza en forma “igualitaria”?
Veamos:
Ud., Diana, tiene varios meses de vacaciones; yo no, y la mayoría de los destinatarios de la riqueza, tampoco.
Entonces: o nos dan a todos varios meses de vacaciones o usted se toma sólo 15 días.
Ud., Diana, tiene auto, chofer y custodia; yo no.
Viajo en subte (que sí tiene un conductor) pero no tengo custodia, por lo que puedo ser víctima de la delincuencia en cualquier momento.
Entonces: o nos ponen auto, chofer y custodia o usted viaja en un transporte público.
Ud., Diana, cuando no le gusta o no le conviene lo que se va a discutir en su trabajo, no concurre; yo no puedo hacer lo mismo y, de hacerlo, seguramente perdería mi empleo.
Entonces: o sacan una ley permitiendo que el empleado, si no le gusta la tarea puede no concurrir al trabajo, o usted, si es que tiene algo de dignidad, asiste a todas las sesiones del Congreso.
Ud., Diana, puede cometer cuanto ilícito le plazca, total se escuda en sus fueros; yo no, de hacerlo seguramente voy preso.
Entonces, o nos dan a todos los ciudadanos los mismos fueros que a usted, o se los quitan y queda en el mismo plano legal que el resto de nosotros.
Ud., Diana, goza de un dieta verdaderamente suculenta (pagada por todos nosotros), más todo tipo de prebendas, viajes gratis, secretarios, asesores, etc.
Entonces, o nos dan los mismos privilegios que a usted, o usted va a trabajar “todos” los días por el sueldo promedio de cualquier obrero o empleado.
Ud., Diana, gozará de una jubilación de privilegio (también pagada por nosotros); yo no.
Con suerte, cuando me jubile me darán un miserable porcentaje de mis remuneraciones y comenzaré el consabido juicio para intentar cobrar alguna moneda más.
Entonces: o nos dan a todos las mismas jubilaciones de privilegio, o usted, cuando se retire (espero que sea pronto y para siempre), se aviene a cobrar la misma jubilación que el resto de los mortales argentinos.
A propósito, ¿podría usted explicarme por qué los sindicatos consiguen aumentos del 30% y a los jubilados sólo el 17%?
¿Será por el INDEC?
Ud. Diana...
Ud. Diana...
La lista de “igualdades” sería demasiado extensa.
A propósito, todo lo antedicho también es válido para el resto de los vagos con domicilio legal en la Av. Entre Ríos 50.
¡De los de Balcarce 50, mejor ni acordarse!
Espero ansiosamente esa reforma de nuestra Carta Magna para que todos podamos gozar de la riqueza en forma igualitaria, total: lo mismo un burro que un gran profesor.
Atentamente,
Luis Amestoy
ciudadano raso
(afiliado al SUGIRA
Sindicato Único de Giles de la República Argentina)
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