miércoles, 2 de febrero de 2011

LA MAFIA SINDICAL

LA MAFIA SINDICAL
















En los últimos días, la Argentina fue impactada por varias noticias de origen sindical. El asesinato por encargo del tesorero del Sindicato de Maestranza, Rogelio Rodríguez; el enfrentamiento con varios heridos entre el Sindicato de Empleados de Comercio (Cavalieri) y el de Camioneros (Moyano); algunos peajes y puertos cerrados por conflictos laborales, el bloqueo extorsivo a las instalaciones de varios diarios de Buenos Aires impidiendo su distribución por 24 horas, y las ramificaciones de las maniobras fraudulentas entre los sindicatos y las farmacéuticas.

Durante las últimas décadas, el ejercicio del extraordinario poder detentado por el sindicalismo peronista fue calificado como el de “la patria sindical”. Las formas de demostración de ese poder en los últimos años mostrarían que ahora nos acercamos más a la calificación de “mafia sindical”.

LA IRRESPONSABILIDAD“

En 1910, la Argentina tenía el 50% del PBI de la región y el 7% del comercio mundial.

En 1928, era la sexta potencia económica mundial y tenía el tercer ingreso per cápita más alto del mundo, casi igual del de Inglaterra y apenas un 20% menos que los Estados Unidos. En 1940, tenía más coches que Francia y más teléfonos que Japón e Italia.
¿Qué le ha pasado a la Argentina?” - Extraído del diario El País, Madrid, España.
El economista británico de origen australiano Colin Clark publicó, en 1931, un libro sobre las perspectivas de crecimiento económico de las naciones. Basándose en las estadísticas existentes desde 1880 a 1930, proyectó los resultados concluyendo que, de mantenerse idénticas tasas de crecimiento, la Argentina llegaría a tener en 1960 el ingreso per cápita más alto del mundo. Clark fue sólo uno de los tantos economistas internacionales que en el pasado predijeron para nuestro país el mejor de los futuros.
El fracaso de esta utopía se estudia en diversas universidades del mundo como el malogro institucional más grande de la historia moderna.
¿Culpables?
Creo que no me equivoco al señalar a todos los habitantes del suelo argentino, porque cuando una nación fracasa en lograr el destino deseado, el principal responsable es el que habita su suelo, porque una nación es su gente.
En definitiva, cada país del mundo termina teniendo el destino que determine su población.

Pero… de esta totalidad de responsables, debemos señalar al sindicalismo peronista como uno de los que más incidieron en la involución del país.

LA PATRIA SINDICAL

“Ningún hombre es lo suficientemente rico para volver a comprar su pasado.” Oscar Wilde (1856-1900).

Escritor y poeta inglés.

Uno de los mejores dramaturgos de la literatura mundial

Sin un sostenido crecimiento económico de la nación no hay posibilidades de mejorar sustancialmente la vida de sus habitantes.

Más allá de las buenas intenciones que habrán tenido algunos de los dirigentes obreros, la realidad histórica del país nos muestra que después de más de sesenta años de implementación de este régimen sindical, que Juan Domingo Perón copió de la “Carta del Lavoro” italiana (legislación laboral que en 1927 elaborara el gobierno de Mussolini), la gran mayoría del sector del trabajo dependiente sigue sumergido en la pobreza porque el mismo país está sumergido en ella.

La dirigencia sindical peronista, en lugar de favorecer y fortalecer el crecimiento económico sin tener en cuenta el signo del gobierno de turno, se ha dedicado a la política partidaria y a acumular riquezas personales.

Siempre pactó con los gobernantes peronistas la forma de repartir el poder político y económico, al mismo tiempo que hacía la vida imposible a los que osaban oponerse a esos manejos.

Son historia conocida las 13 huelgas generales y los más de 4.000 conflictos laborales que padeció Alfonsín durante su presidencia.

Este constante boicot hacia los gobiernos democráticos no peronistas fue uno de los principales factores del enorme deterioro que sufrió la nación.

LA MAFIA SINDICAL

Mientras los cuadros políticos del justicialismo discursean sobre el respeto a la democracia y la república, los sindicalistas demuestran a través de sus comportamientos, sin rubor ni arrepentimiento, el verdadero sentir del sector más autoritario del mundo peronista.

Los dirigentes gremiales se eternizan en el poder; se convierten en millonarios algunos y nuevos ricos muchos; y las minorías no tienen acceso a los mandos.

Cuando no logran sus objetivos utilizando las modalidades de protesta gremiales amparadas por la Constitución, no tienen reparo alguno en ejecutar la violencia física y extorsiva para obtenerlos.

El actual secretario de la CGT, Hugo Moyano, es el fiel ejemplo de ello, porque es en “los Moyano” donde se visualiza casi a la perfección su génesis cuasi-fascista.

Son muchos años de cultura peronista y han introducido en sus cuadros políticos y sindicales una manera muy especial de ver el país: gobernar es concentrar el poder.

Progresar adecuadamente depende de la buena voluntad del gobernante y no del cumplimiento del juego democrático, republicano y federal.

Y, por supuesto, el denominado pueblo trabajador debe ser peronista o se perderá todo el poderío conseguido.

LA MENTIRA INFAME

“El matrimonio es una gran institución, pero todavía no estoy lista para una institución.” Mae West (1893-1980). Actriz y dramaturga estadounidense, provocativa e irreverente.

Esta modalidad de monopolizar el poder no se queda solamente en las organizaciones sindicales.

A través del abogado de Moyano y diputado nacional peronista, Héctor Recalde (padre del actual titular de la estatal Aerolíneas Argentinas), los sindicalistas intentan ahora infiltrarse en el fuero laboral presionando al Ejecutivo y a legisladores para que sus esposas, familiares y amigos abogados, ocupen las vacantes judiciales que existen.

Hace dos años y en ocasión del fallo de la Corte Suprema de la Nación que declaró inconstitucional el artículo 41, inciso (a) de la ley 23551 (eliminaba la obligación de estar agremiado para asumir una delegación), Recalde dijo que discrepaba con el concepto liberal de la Corte y consideró que si hubiera libertad de afiliación y más de un sindicato por gremio, se lesionaría seriamente la concentración del poder sindical y se debilitaría la posibilidad de defender a los trabajadores.

Se trata del argumento más generalizado a favor de la ley sindical pergeñada por Perón.

Se basa en que si hubiera libertad gremial, habría dispersión política.

Esta dispersión, a su vez, eliminaría la concentración del poder, debilitando la capacidad de negociación, y la realización de huelgas, manifestaciones u otras presiones habituales para lograr los objetivos propuestos.

Es importante denunciar que estos argumentos son una ofensa para la inmensa cantidad de sindicatos que, en otras partes del mundo, representan al movimiento obrero sin ejercer ningún tipo de monopolio político-sindical.

A título de ejemplo, citaré a Francia, que es la nación que quizás ostenta la jerarquía de haber ejercido históricamente, y en todo el mundo, la mejor defensa del movimiento trabajador.

En este país conviven ocho centrales de trabajadores y cada gremio tiene, a su vez, varios sindicatos.

Por supuesto, desde lo político, cada central y cada sindicato tiene su predilección o afiliación ideológica.

Cuando la situación social alcanza un alto nivel de gravedad, las centrales se juntan y coordinan las acciones en defensa de sus derechos.

Pero, cuando la protesta tiene visos de ser más política que gremial, o muy localista, hay una sana reacción social de los otros gremios que impide su extensión para evitar un gratuito deterioro de la economía.

Para que no queden dudas, hablo de un país en el que sus dirigentes sindicales obtuvieron la reducción de la jornada laboral a seis horas, medida que, más allá de si terminó siendo beneficiosa o perjudicial para Francia, se trató de la mayor conquista laboral obtenida hasta el momento.

UN CONCEPTO ANTIÉTICO Y AUTODESTRUCTIVO

“El que es sabio comprende la totalidad.”

Edward Young (1683-1765) Poeta inglés.Además, el concepto sindical peronista es un concepto antiético ya que si diéramos validez al argumento de la ventaja que deriva de la concentración del poder, avalaríamos a los regímenes totalitarios o a las acciones filo-dictatoriales, ya que, no hay duda alguna, tienen una mayor eficacia en el logro de sus objetivos.

No nos olvidemos que un gobierno autoritario tiene la capacidad de presionar sin dificultades a todo aquel sector que se le oponga o no esté de acuerdo con sus objetivos, puede combatir mejor al narcotráfico, la delincuencia, la drogadicción, el alcoholismo, el juego, la evasión impositiva, etcétera.

Por ello, defender un régimen gremial monopólico con dirigentes vitalicios, argumentando que si éste fuera ampliamente democrático no podría defender correctamente los derechos de los trabajadores, es un pensamiento autoritario que avala el concepto de que los fines justifican los medios, y es un ataque directo a las estructuras democráticas y republicanas.

Implícitamente también es un insulto hacia todas las organizaciones gremiales multisectoriales y democráticas que existen en otras naciones porque, según el discurso sindical peronista, se infiere que esas organizaciones no pueden defender correctamente los intereses de sus trabajadores.

El discurso de los dirigentes que fundamenta el monopolio sindical no es sólo una vulgar mentira.

Se trata de una actitud infame porque hace creer una cosa –defender a la clase trabajadora a través de una legislación calcada del fascismo- cuando, en la realidad, la eternizan en la pobreza mientras muchos de ellos se convierten en millonarios, dentro de un marco de impunidad judicial y fiscal.

Mientras en la cultura argentina prevalezca una pobre valoración de la democracia y de los principios republicanos, se mantendrá el nivel de agresión que, a través de los años, los distintos sectores de la población, principalmente el empresariado nacional y el sindicalismo peronista, han ejercido sobre el capital, tanto el financiero como el social.

En la reiteración de culpabilizar a los gobernantes de sus frustraciones el pueblo olvida que sus representantes no pueden ser muy diferentes a lo que ellos son.

Por esta razón, los gremios peronistas –que detentan el monopolio sindical y comparten el poder político y económico- no son inocentes si sus creencias los llevan a una constante confrontación política y al accionar de conductas autodestructivas.

Enrico Udenio (*)
(*) Autor de “Corazón de derecha, discurso de izquierda”, Ugerman Ed.(2004); y “La hipocresía argentina”, Ed.DeLaRed, 2008.

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