domingo, 5 de agosto de 2012

CARNAVAL



Tal como indica la doctrina de derechos humanos que adoptan como propia los jueces empapados de esta praxis, los mismos integrantes del Tribunal Oral Criminal nº 20 que autorizaron frívolamente las “salidas” pseudo culturales del homicida Eduardo Vásquez, convicto por haber asesinado a su esposa Wanda Taddei quemándola viva, son quienes le habían dado al ex baterista de Callejeros sólo 18 años de cárcel por el crimen, alegando como atenuante que el criminal fue acicateado por una “emoción violenta”. 


Entre ellos, además de Patricia Mallo y Pablo Laufer, se encuentra Luis Fernando Niño, un juez al que se describe como obsesionado por la posibilidad de que no ser visto como él parece considerarse, un abnegado e implacable defensor de los derechos humanos.

Los banalizados derechos humanos que patrocinan estos jueces no parecen aplicables a las víctimas reales, como Wanda o Gonzalo Acro, el hincha de Ríver asesinado por Rubén Silva, otro de los presos que participa alegremente de las murgas armadas dentro de la cárcel por el director del Servicio Penitenciario Federal, el platense Víctor Hortel. 



 En su cuenta de twitter, Hortel se define literalmente como “negro de mierda y orgullosamente K”. 


Fue designado por el también platense y hoy ministro de Justicia, Julio Alak.

Estos hechos trascienden el ámbito carcelario. 



La verba encendida y prolífica de la Presidenta la hace merodear por terrenos curiosos y desconcertantes. 


El jueves, cuando recurrió nuevamente a su pasión por la cadena nacional de radio y TV, Cristina Fernández trató de halagar a la burguesía en el corazón de la Bolsa de Comercio y lo hizo con una frase memorable: 


“Esto es crecimiento y consumo popular, porque eso es lo que es el capitalismo. 


¡Nunca ganaron tanta plata como con este Gobierno!


 ¡Nunca!” 


¿Quiénes? 


En su enfervorizado reclamo para ser revalorizada por la clase propietaria, la “transgresora” Presidenta se metió en honduras, al reconocer la formidable renta financiera que el sector financiero ha venido cosechando en la Argentina en el marco de un gobierno que adora describirse como “nacional y popular”.

Así transcurre este tiempo argentino, empalagado de palabras, ebrio de consignas, confundido con proclamas que aturden en un mundo de apariencias. 



En este escenario, las imágenes de las autoridades carcelarias nacionales recorriendo las penitenciarías disfrazadas, en tren de murga y de la mano de homicidas convictos, sólo admiten un calificativo: 


son tétricas. 


Nublan aun más el ya encapotado horizonte argentino.

No hay comentarios:

Publicar un comentario