miércoles, 1 de junio de 2011

MILANI

El pasado lunes 23, Hebe de Bonafini, al tanto del inminente escándalo en torno a su mano derecha Sergio Schoklender, encaminó sus pasos hacia el despacho del Subjefe de Estado Mayor y Director de Inteligencia, General César Milani.

La reunión entre ambos se habría producido a instancias de la Ministro de Seguridad, Nilda Garré, ante la irritación que habría manifestado CFK al conocer, por informes de la SI (ex SIDE), que el destape del caso Schoklender era cuestión de horas.

Milani sigue contando con la mayor confianza de Garré, sobre todo para ciertas cuestiones económicas y de inteligencia.

La reunión con la titular de las Madres en el séptimo piso del edificio Libertador estuvo rodeada de una serie de medidas para evitar que trascendiera.

Sin embargo, no se pudo evitar que fuentes militares deslizaran que el general habría asesorado a la empresaria de la construcción acerca de cómo influir económicamente sobre algunos medios para evitar que el escándalo tomara vuelo.

También se habría hablado -según las mismas fuentes- sobre el apoyo que recibirían las Madres por parte de la central de inteligencia semiclandestina que habría montado Milani para funcionar como una SIDE paralela, al servicio de las operaciones decididas por la Casa Rosada.

¿Hacia un escándalo militar?

Milani, después de haberse convertido en el amo y señor del Ejército, no estaría hoy en su mejor momento.

Sus presiones a varios generales para que apoyen para ascender a ciertos coroneles aumentaron su desprestigio.

Y su imagen habría empeorado aún más a partir de que trascendió su participación en la compra de propiedades con fondos reservados y en el alquiler -a través de terceros- de viviendas en Las Cañitas, algunas de las cuales funcionarían como departamentos de solteros.

Para mantener aceitado el apoyo del grupo de oficiales que lo secundan, Milani vendría organizando en los últimos meses asados, salidas nocturnas, torneos, etc.

La comisión directiva de este selecto club estaría compuesta -además de Milani- por sus adláteres, los generales Jorge Luis Motta, Director General de Personal y Bienestar, José Eduardo Demaría, Director Antártico, y Luis María Carena, Director de Remonta y Veterinaria y figura clave en el esquema de poder militar, porque representa a su amigo, el poderoso Carlos Zannini.

Por su parte, el Ministro de Defensa Arturo Puricelli ha sido hasta ahora un simple observador de estos hechos.

Pero habría indicios de que la situación puede cambiar.

En su sorda lucha contra Garré-Milani, Puricelli estaría acumulando aliados en el kirchnerismo para desplazar a aquél y su grupo, pasándolos a retiro.

Pero tal vez, antes de que eso ocurra, podría desencadenarse un nuevo escándalo.

Milani podría ser citado por la justicia federal de La Rioja por el caso del asesinato del obispo Enrique Angelelli, ocurrido en agosto de 1976.

De acuerdo a una versión, el Jefe de Inteligencia del Ejército correría el riesgo de ser imputado cuando menos como encubridor del hecho.

Las señales que indican un posible colapso del grupo Milani, animarían por otra parte a su rival, el general Mario Gabriel Dotto, Inspector General del Ejército, a prepararse para disputar a fin de año la Jefatura del Estado Mayor, con el apoyo de un pequeño grupo de oficiales.

Pero la pulseada entre ambos para quedarse con la conducción de la fuerza que hoy detenta el general Luis Alberto Pozzi sería entonces apenas un reflejo de la interna entre Garré y Puricelli.



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